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  • Foto del escritorsokai dojo zen

La luna de esta noche no es la luna de ayer



Sakyamuni Buda dijo;

El verdadero cuerpo del Dharma de Buda (dharmakaya)

Es simplemente ku (el espacio, el vacío, el cielo, la extensión)

Que manifestándose de acuerdo con las cosas

Es como la luna y el agua


Shōbōgenzō Tsuki. La luna

Eihei Dōgen, año 1243

Este es el primer verso, una cita del Sutra de la Luz Dorada, que va a comentar Dōgen en este capítulo del Shōbōgenzō titulado Tsuki, La Luna. En este texto Dōgen va a explicarnos qué es la realidad tal y como es. La realidad tal y como es es un punto fundamental del budismo, de hecho, uno de los nombres del Buda, el Tathagata, significa eso mismo, tatha, en sánscrito, tal cual, tal y como es, el que es así. En japonés, según las notas de traducción de Nishijima, esa expresión es nyo nyo, tal como es, y el nombre correspondiente a Thatagata en japonés es Noyze, el que es así.


¿Por qué este interés del Zen en esa “verdadera realidad”? Por que las filosofías y religiones que nacen en la India Antigua parten del siguiente principio; la realidad que habitamos, la “realidad estándar” es una construcción, construcción mental, construcción social..., el mundo condicionado del karma, el Samsara, Matrix, la caverna de Platón en la que los ignorantes solo conocen las formas de las sombras y las toman por lo real. Nuestra ignorancia nos hace percibir esa “realidad samsárica” como la realidad verdadera. Esa ignorancia es la responsable de nuestro sufrimiento, y del “eterno retorno” (que dice Nietzche) en el que caemos una y otra vez en la misma rueda de existencia. Entonces, el horizonte de estas filosofías del dharma, las “religiones del despertar”, incluido el Dharma de Buda, es despertar, no a “otra dimensión”, si no a “esta”, desvelar el engaño de Mara para hacer la experiencia del Tathagata, del Nyoze, descubrir la realidad tal y como es, nyo nyo. La persona que se instala serenamente en esa realidad tal cual es y la acepta sin resistencia, sin rechazo y sin apego, es la persona del Nirvana, la persona del satori. Esto sobre el interés que tiene para nosotros esa realidad tal cual es como horizonte de nuestra práctica del Dharma de Buda.


Entonces Dōgen va a explicarnos esta realidad tal cuales basándose en dos dimensiones fundamentales; el espacio y el tiempo. Estos son algunos de los comentarios de Dōgen al verso del Sutra de la Luz Dorada con el que empezamos el texto;

El verdadero cuerpo del Dharma de Buda (dharmakaya) es la realidad misma como ku (espacio, vacuidad). Dado que este espacio vacío es el verdadero cuerpo del Dharma de Buda (dharmakaya), la totalidad de la Tierra, del mundo, del Dharma, y la totalidad de todos los fenómenos que se manifiestan en el mundo, son ellos mismo de forma natural el espacio vacío (todo es Buda, todo es vacío). La realidad misma de esta manifestación de los miles de existencias son la totalidad del verdadero cuerpo del Dharma de Buda, y es como la luna y agua (el Buda sin forma adopta la forma de todas las existencias).

Esta realidad tal cual es (nyo nyo) en ese “es como” (nyo) la luna y el agua, puede ser el agua y la luna inseparables, o la realidad del agua, o la realidad de la luna...

El dharmakaya, el cuerpo del Dharma de Buda, es el espacio, es vacío, la extensión vacía del cielo. En este espacio vacío (ku)ocurren todos los fenómenos (shiki). Todas las cosas que existen, existen dentro de ese espacio vacío. Lo que plantea Dōgen es que la realidad tal y como es, es a la vez todas las cosas que existen, y el espacio vacío que las contiene. Y utiliza la imagen de la luna reflejada en el agua para explicar cómo ese cuerpo del Dharma de Buda, que es vacuidad, adopta la forma de las existencias concretas. Si la luna se refleja en el Océano, su reflejo es amplio y se mueve con el movimiento de las olas. Si la luna se refleja en una gota de rocío sobre una hoja, su reflejo es pequeño e inmóvil. La luz de la luna reflejada es como el verdadero cuerpo del Dharma, la “esencia” de los fenómenos, la vacuidad, lo no condicionado, el cuerpo sin forma de Buda, ku. El agua, con su forma cambiante y su extensión concreta, es “todas las existencias condicionadas”, shiki. Una cosa y la otra, la luna y el agua, son inseparables. Aunque sean cosas distintas, son interdependiente. Shiki soku ze ku, Ku soku ze shiki; las cosas se manifiestan en el vacío, y el vacío adopta la forma concreta de las cosas. Este es el nudo central de la sabiduría Mahayana.


Cuando llegas al dojo, el lugar en el que te vas a sentar está vacío. Cuando tu cuerpo real ocupa ese espacio, el espacio acoge esa forma, adopta esa forma. Cuando te vas, queda el espacio vacío. Fundamentalmente, no hay nada, dice Kodo Sawaki. Ese “nada” es Buda, es la esencia eterna de Buda. El Buda del Zen es un Buda sin forma, el Buda sentado (za butsu) no tiene forma, es un Buda vacío.


De alguna manera practicar zazen es acercarse a ese vacío-Buda, acostumbrarse poco a poco a ese vacío que queda ahí, como un espacio vacío, cuando las formas que aparecen..., se extinguen (sonidos, pensamientos, emociones, dolor...). Cuando no consigues enfrentar ese espacio vacío de zazen, cuando sigues esperando “algo” del Zen, por lo general detienes tu práctica, la práctica se vuelve muy pesada, porque zazen ofrece nada. Cuando en ese vacío encuentras la paz de la Extinción... estás a salvo, has salido de la rueda del Samsara. Pero nada es adquirido para siempre, es solo seguir la práctica sin final. Es seguir sentándose una primavera tras otra.


También es verdad que, mientras estamos vivos, no tenemos la experiencia de un “vacío puro” (cuando entremos en el ataúd tampoco podremos registrar esa experiencia con nuestros sentidos, supongo, nunca he estado muerto). En nuestra experiencia del mundo a través de los sentidos el silencio siempre es en relación al sonido. Pasa una moto por la calle, y cuando el sonido de la moto se aleja y desaparece, aparece de nuevo en el dojo un silencio muy claro, muy fuerte, que de nuevo..., es roto por otro sonido. Shiki soku ze ku, Ku soku ze shiki. El agua y la luna inseparables.


Y la otra dimensión de la realidad tal y como es, es el tiempo.

Así que aunque la luna estuviese ahí anoche, la luna de esta noche no es la luna de ayer. Deberíamos dominar este principio a través de nuestra práctica, que la luna de esta noche, al principio, en medio y al final, es la luna de esta noche. Dado que la luna sigue a la luna, la luna existe, pero no es ni nueva ni vieja.

En este párrafo Dōgen habla también del sol; El sol no es del día, ni la noche es siempre oscura. Un bonito koan sobre el que trabajar; hay día donde no hay sol, y la noche no es siempre oscura, dice Dōgen al más puro estilo de la poética T'Chan.


El sol y la luna son los astros que nos permiten medir el tiempo lineal, la sucesión, la luna sigue a la luna. El sol marca la duración de un día, y su posición en el cielo también marca el paso de un año solar. El ciclo de la luna marca la duración del mes lunar. Ese tiempo es una construcción lineal, es el tiempo del Samsara, que depende de nuestra memoria, de nuestro registro de los acontecimientos (el año pasado por estas fechas estábamos...), la luna sigue a la luna.


El tiempo que plantea Dōgen, el tiempo de nyo nyo, es un presente eterno. No hay luna de ayer, no hay luna de mañana, solo hay luna de esta noche. Por un lado necesitemos dar coherencia a nuestra experiencia condicionada en el mundo, y para eso construimos un tiempo lineal (cobramos a fin de mes). Por otro lado, la realidad nyo nyo, la realidad tal y como es, solo es momento a momento. La luna de esta noche no es la luna de ayer. La luna de ayer es un recuerdo, ¿nostalgia o rencor? La luna de mañana es una ilusión ¿esperanza o incertidumbre? Estas lunas dependen del concepto “luna”, solo tienen una existencia mental, se apoyan en la de la idea “luna”, una idea fijada, permanente. Pero el concepto “luna” no es la luna de la que nos habla Dōgen.


Para vivir en este tiempo de la realidad tal cual es nos vemos obligados a soltar el concepto “luna”, a olvidar la categoría “luna”, a dejar caer lo que sabemos a cerca de la “luna”. Y soltar siempre es difícil, parece que nuestro mundo se puede tambalear sin perdemos la referencia de nuestras categorías mentales.


La luna del mundo de los Tathagatas es solo la luna de esta noche. Ku.


Entonces, la realidad tal y como es, nyo nyo, es un espacio vacío en el que, momento a momento, los fenómenos aparecen y se desvanecen siguiendo el baile cósmico de la interdependencia. Y esto es algo que deberíamos dominar a través de nuestra práctica. En este sentido, es muy diferente leer cosas sobre el vacío, el aquí y ahora y todo eso, cuando lees a escritores con una aproximación más “académica”, pero que no practican zazen todos los días durante años, y cuando lees a maestros de la Transmisión como Dōgen, es muy diferente. Dōgen no deja nunca de devolvernos a este punto; el Zen se estudia a través de la práctica con el cuerpo mente, la práctica concreta de una vida entregada con total devoción a shikantaza. Una cosa es hablar sobre el vacío, o sobre el aquí y ahora, y otra cosa es experimentar el silencio del samadhi con cuerpo y mente. Ese es nuestro campo de estudio, nuestro sutra vivo.


Recuerda este pequeño koan de Dōgen, la luna de esta noche no es la luna de ayer, y estúdialo con tu práctica.


Continuará.

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