sokai dojo zen
Luz y oscuridad

Estos días vuelvo a leer un poema Zen que dice que en la luz hay oscuridad, y en la oscuridad hay que aprender a ver la luz.
El poema tiene la forma de un koan, una afirmación contradictoria que busca ir más allá de nuestros esquemas mentales. Se trata de aprender a ir más allá de nuestra pequeña jaula mental.
La oscuridad me evoca en cierta manera la oscuridad social que ha provocado la pandemia, pero esa es una interpretación parcial.
La oscuridad se refiere sobre todo a lo desconocido, a lo que no podemos ver con la razón, lo que no podemos clasificar, categorizar, dibujar con nuestros conceptos, con nuestra narrativa.
La luz es lo visible, y por lo tanto aquello que podemos dibujar en nuestra mente usando la razón... lo que es claro.
Entonces, podemos encontrar una visión relativa, podemos arrojar la luz de nuestro pensamiento sobre el fondo oscuro. Pero también tenemos que aceptar lo desconocido de la oscuridad en medio de nuestro mundo regido por la racionalidad.
Medianoche es la verdadera luz
El amanecer no es claro
Los fenómenos que nos parecen claros y luminosos brotan de un fondo oscuro y desconocido al que no llega nuestro pensamiento ¿De dónde brota el pensamiento durante zazen?
El fondo oscuro e ignoto ante el que no tenemos palabras encierra un orden sutil y hermoso ¿A donde van los fenómenos que se desvanecen ante nosotros?
Finalmente, sea que estamos ante la luz, sea que estemos ante la oscuridad, nuestra actitud es la misma... aprendemos a ver la luz en la oscuridad y la oscuridad en la luz.
Aprendemos a vivir tranquilamente ante la oscuridad igual que lo hacemos ante la luz.
Este es el entrenamiento al que sometemos nuestra inteligencia en el Zen