sokai dojo zen
Nada que atrapar

Fu toku. Sin logro. Esta es la médula del Zen, la enseñanza más sutil y más difícil de practicar. El origen de esta enseñanza está en el encuentro del maestro Bodhidharma con el emperador Wu. Cuando el monje indio llegó a la China fue recibido por el emperador. Éste trató de impresionar al maestro con sus acciones en favor del Dharma; “He mandado construir cientos de templos, traducir miles de sutras, he patrocinado la ordenación de miles de monjes ¿Cuáles son mis méritos?”.
Bodhidharma respondió lacónicamente; fu toku, ausencia de logro, sin mérito. Se dice de esta respuesta de Bodhidharma que inauguró la corriente del Zen en el seno del budismo. Aquí esta la esencia.
La idea de “conseguir algo” está profundamente arraigada en nuestra mente, en nuestra educación, incluso en nuestro aparato neurológico, que parece diseñado para perseguir el premio. Y esa estructura mental, ese automatismo, lo trasladamos a la práctica del Zen de un modo muy sutil, inconsciente. Esperamos algo, un resultado, fruto de nuestra práctica.
Esto ocurre, por ejemplo, con el kesa, y con el dojo. Coser un kesa es un gran trabajo, requiere paciencia y determinación… y cuando, después de un año de trabajo constante terminas tu kesa dices “Oh, qué bonito, ya tengo un kesa, mi kesa”. La maestra Bárbara Kosen enseña sobre el kesa que no nos pertenece. El kesa, dice, es la piel de Buda, el kesa no nos pertenece, el kesa pertenece a zazen. No hay “mi kesa”.
Digo que con un dojo ocurre algo parecido porque, cuando empiezas a establecer un lugar para la práctica y pasa el tiempo, sutilmente se instala en tu mente la idea de “mi dojo”, “he logrado esto”. No hay una idea más alejada del corazón del Zen que esta, pensar que la práctica del Zen ofrece algo que puedas guardar en tu bolsillo y decir “es mío”. Imagínate a alguien que coloca un cerco en la orilla del mar y dice; “este es mi mar, el mar es mío”. Ridículo ¿verdad? Si cierras las manos formando un pequeño cuenco con ellas, puedes atrapar un poco de agua. Si las abres, todo el gran Océano está en tus manos…, pero no es tuyo. Simplemente no hay separación entre tú y el Océano, sois la misma cosa.
No hay nada que poseer, no hay nada que atrapar. Fu toku, es difícil de practicar, supone soltar, abrir, abandonar, olvidarte de haber obtenido algo. Y, sin embargo, en esa apertura se encuentra la médula del Nirvana, el fundamento de la enseñanza de los Budas y Patriarcas.
Lo que el yo estima como pérdida, el Dharma de Buda lo estima como libertad.
El Zen no tiene nada que ofrecer, no consigues nada practicando zazen. Esta es casi una enseñanza “secreta”, no nos gusta decirle esto a las personas que empiezan a practicar para no “desanimarlas”, porque no estamos acostumbrados a hacer un esfuerzo que no conlleve un logro. Necesitamos una zanahoria delante de nuestras narices para caminar. El cerebro de un burro y el de un ser humano son muy similares.
Nuestra tendencia natural es llenar esa “nada” de “fu” con un sinfín de cosas.
“Nada” = malo. “Algo” = bueno. “Todo” = mejor. Esta es nuestra lógica.
Siempre intentamos llenar nuestras vidas con lo que suponemos que le va a dar sentido a nuestra existencia; ser estimados, ser comprendidos, ser tenidos en cuenta, ser alabados, ser escuchados, ser admirados, ser monje… cada cual con su zanahoria fundamental.
Y caemos una y otra vez en la trampa de hacer un Zen a la medida de nuestras necesidades. Cerramos las manos y obtenemos un poquito de agua. Pero nos sentimos frustrados… nunca es suficiente. Es patético.
En el templo de Shorin-ji después del zazen de la mañana la maestra hace una ceremonia en el altar de Deshimaru; en ella derrama agua sobre el altar, que está al aire libre, rodeado de plantas. En esa ceremonia la maestra ofrece los méritos de su práctica a su maestro. Sí, la práctica tiene efectos beneficiosos, crea buen karma… pero esos méritos no son “míos”. Los ofrecemos para el beneficio de las existencias, este es el primer voto del bodhisattva. Y esto es algo completamente contrario a nuestra mentalidad competitiva, siempre ávida de conseguir aquello que estimo como “mío” … “Llevo tanto tiempo practicando zazen, creo que me merezco esto y aquello”. Nada está más alejado del espíritu de la Vía que esta actitud. Finalmente, lo único que te ofrece el Zen es un cielo vacío sobre un zafú vacío.
“Lo sé, zazen es difícil”, escribe el maestro Deshimaru en su libro La práctica del Zen. Y al mismo tiempo es el camino de la libertad interior.
¿Qué vas a conseguir practicando el Zen? Vas a conseguir no depender de conseguir algo, esa es la verdadera libertad. Solo así nuestra práctica puede ser la práctica eterna de los Budas y Patriarcas, libre e independiente de la zanahoria.
¿Por qué, en la noche de los tiempos, un grupo de proteínas formaron cadenas de aminoácidos y empezaron a reproducirse, y formaron células envueltas por membranas? ¿Por qué esas células simples se agruparon para formar organismos complejos? ¿Por qué hay Vida, pudiendo no haber nada? ¿Por qué hay planetas y galaxias, en vez de vacío?
Fu toku es la respuesta más profunda que se me ocurre a este misterio que es el Cosmos.
Fu toku es la esencia misma del Cosmos. El Cosmos entero existe sin nada que obtener.
Practicar sin logro es seguir el orden cósmico, como una flor, que florece sin buscar nada a cambio. Como una nube, que transporta su agua en forma de vapor hacia lugares lejanos, sin esperar obtener algo. Como una gran montaña, que se levanta en medio de la Tierra sin miedo y sin deseo.
Sigamos juntos esta Vía total, esta Vía que nos armoniza con la raíz más profunda del Universo. Solo sentarse.